Árbol de
sangre, el hombre siente, piensa, florece
y da frutos insólitos:
palabras.
Octavio Paz.
El día 29 de abril del año 2001,
José Antonio Marina publicó un artículo en el que decía que los adultos somos
muy torpes resolviendo conflictos, y que esta torpeza es una de las causas de
la violencia en el más amplio sentido de la palabra. Añadía que los problemas
son inevitables, porque siempre habrá intereses contrapuestos y que nuestra
felicidad personal depende del modo de resolverlos (bien o mal).
Marina reflexionaba también sobre
la “felicidad política”, que según el escritor depende de la capacidad para
resolver cuestiones planteadas por la convivencia y afirmaba que el progreso
moral de la humanidad ha consistido en dominar la violencia, inventando modos
eficaces y no destructivos para salir de las dificultades. Precisando que una
cosa es terminar un conflicto y otra cosa solucionarlo. Advertía que la buena
intención no basta. No siempre querer es poder. La voluntad no asegura el éxito.
Lo más que puede hacer es servir de impulso para buscar el modo más adecuado de
actuar.
Vivimos un tiempo donde los
problemas son proliferantes y pantanosos, donde las personas que estamos al
servicio del ciudadano debemos tratar de resolverlos con ilusión y tesón,
encontrando la palabra precisa para que sea efectiva y teniendo siempre
presente una frase de Teresa de Calcuta que me digo a mí misma cada mañana
“cuando creas que lo que haces es una gota en un océano, piensa que sería menos
el océano sin esa gota”.
Susana Martínez.